Quaderns 2011 – 2016

D'arquitectura i urbanisme

Publicació del Col·legi d'arquitectes de Catalunya

Calderón-Folch + Bernuz-Fernández: Pasarela en la vía de St. Ignasi

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Quaderns #261
código: 26106

La nueva pasarela peatonal sobre la vía de St. Ignasi forma parte fundamental de un laureado plan de revitalización urbana (pla de Barris) del centro de Manresa. Su objetivo es devolver un sentido de centralidad y actividad al núcleo histórico de Manresa para abrirlo a la ciudad a través de nuevas vías de acceso. La construcción de la nueva pasarela es una operación básica de movilidad urbana con un enorme poder de transformación ya que une dos barrios que, aún siendo colindantes, han estado históricamente separados por una barrera topográfica importante. La pasarela conecta el centro histórico con los periféricos barrios del otro lado (La Balconada, Sagrada Familia y Escodines) superando un desnivel de 9 metros de altura y 50 metros de luz.

El carácter transformativo de la operación se basa en dos aspectos:
En primer lugar, su impacto social: la nueva conexión facilita la movilidad i la integración de los vecinos del barrio del este; hecho que reduce su aislamiento físico y marginación histórica.

En segundo, su impacto en el paisaje urbano: La nueva horizontal de 50 metros de luz, y con un centenar de cables de acero corrugado, cruza por delante del edificio histórico más emblemático de Manresa, la Seu (estandarte de la arquitectura gótica catalana), haciéndolo vibrar e involucrándolo así en la transformación de su entorno. La pasarela no es sólo una nueva vía o calle en altura, es también un nuevo elemento urbano, que por su escala y expresividad, es capaz de establecer una estrecha relación entre la Seu, la chimenea de la fábrica de la Aranya y más lejos, el Pont Vell y revitalizar el paisaje urbano a una doble escala.

La pasarela es un conjunto de elementos estructurales y constructivos que dispuestos en el vacío forman un único sistema que, dando paso, responde a las diversas circunstancias urbanas del emplazamiento. Así, su asimetría decanta las vistas hacia la Seu y el Pont Vell de las personas que la atraviesan, mientras que la estructura que arriostra la viga Vierendel, dos vigas formadas por tubos que se entrelazan a la viga principal, lo hacen hacia la fábrica de la Aranya y la rampa que da acceso al núcleo antiguo desde la vía de St. Ignasi, conformando un umbral -que se multiplica con las sombras que proyectan sobre la roca. También los cables de acero de la viga Vierendel son un elemento constructivo que, por su envergadura, devienen un elemento de interpretación del lugar: más allá de su función, dan el efecto de filtro sobre las sólidas paredes de la Seu y su entorno cercano.

Se busca una estructura sensible: capaz de entrar en juego, de involucrase, con lo que existe. Más aún, se busca construir un espacio urbano, una plaza de pueblo,… Un lugar al fin y al cabo. No en vano, esta nueva calle pública debe unir -¡reunir!- barrios aislados; gentes incomunicadas históricamente. Es su función social la que sustenta la pasarela; su auténtica estructura.

Como el escalador -y, en última instancia, el bailarín-, la estructura desplaza su centro de gravedad en su más efectiva estrategia para desenvolverse en este lugar. Como en las maquetas de saquitos de Gaudí, aquí también es el peso -o más bien, la masa- la que define el proyecto. Así, la sección transversal es asimétrica: por un lado, una viga Vierendel resuelve de golpe la luz de casi 50 metros; por otro, una viga-caja de menor canto configura una barandilla. Esto es: gran canto y transparencia, en un lado, y opacidad y menor canto en el otro. Los extremos se resuelven igualmente asimétricamente: si en uno se diseña una articulación, en el otro, un empotramiento; si en uno, la pasarela se apoya, en el otro, se enraíza. Aún más, en el extremo de la ciudad vieja, la pasarela se dilata en una plaza o mirador.

Es sabido, sin embargo, que la asimetría -aquí tan buscada- es el peor aliado de la estructura. No sólo la plaza provoca una gran torsión sobre toda la estructura, sino que el desplazamiento horizontal del cordón comprimido de la viga Vierendel, al no tener una viga paralela de igual canto, compromete seriamente el diseño.

Se resuelve incorporar un tercer elemento al juego al que se le pide neutralizar todos los esfuerzos horizontales y de torsión: una estructura tubular triangulada. Se construye así una ménsula para soportar la plaza, un apoyo sobre la roca para disminuir la luz de la biga-caja y, por último, un nudo en el centro de la pasarela y a la altura del cordón superior de la Vierendel para controlar el desplazamiento horizontal.

calderon-folch.net

 

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